El impacto de una escuela que rechaza la lengua de una gran parte de sus alumnos
El desarrollo de lenguaje tiene un papel clave en la capacidad de relación e influye en las oportunidades de participación y desarrollo social.
Entre los tres y cuatro años, los niños son grandes preguntones, pueden manejar frases de cinco palabras, y adquirir un vocabulario de hasta 1500 palabras. Al escolarizarse los niños castellanohablantes pasan a no dominar el lenguaje de la escuela, mientras que los catalanohablantes continúan su proceso de aprendizaje.
El alumno/a castellanohablante debe hacer un esfuerzo extra para asimilar todos los nuevos contenidos en otro idioma. Se convierte en un aprendiz de una lengua diferente a la materna.
La lectura requiere un doble esfuerzo cuando se hace en la lengua no habitual. Juntan las palabras y buscan su significado, pero no son propias de su vocabulario. Por el contrario, en la misma aula, otros compañeros tienen mayor facilidad para ese proceso, porque esas palabras ya tienen significado para ellos.
Este problema se agrava en los alumnos con padres de origen latinoamericano que no dominan el catalán y no pueden repasar las páginas de lectura enviadas como deberes. Así pues, la frustración es de padres e hijos.
La frustración afecta a las emociones y no olvidemos que el lenguaje tiene una parte de emotividad muy importante.
Existe una relación muy estrecha entre los índices de fracaso escolar y las dificultades de procesamiento de textos escritos en cualquier disciplina en adolescentes y jóvenes mayores de 15 años. Los resultados en la evaluación PISA reafirman ese porcentaje de mayor fracaso escolar entre los alumnos castellanohablantes.
A nivel emocional y de relaciones interpersonales
El lenguaje permite desarrollar la inteligencia emocional, la empatía para entender la perspectiva de los demás, para reconocer y expresar opiniones e ideas. Es por ello fundamental que los niños y adolescentes sientan seguridad al expresarse, dominen la lengua que utilizan como vehículo para manifestar su propio pensamiento.
Los niños con un nivel socioeconómico bajo y con una estimulación empobrecida escuchan treinta millones de palabras menos en sus primeros cuatro años de vida respecto a los niños de nivel socioeconómico alto. Es a ellos a quien más afecta la inmersión lingüística en catalán.
Las dificultades en la comunicación social de estos niños y adolescentes también están relacionadas con un déficit de competencias emocionales, concretamente con déficits en la inteligencia emocional y la empatía.
Por ello es importante respetar el lenguaje familiar del niño, haciéndole sentir seguro en sus relaciones sociales y en su aceptación y acogida en el centro educativo.